Alfonso del Val (Madrid, 1945), experto en medio ambiente, especializado en energías renovables, agua y residuos, es conocido en Navarra: viene a menudo a Pamplona, donde ha sido convocado por los amigos que ha hecho en los últimos 35 años o a petición de instituciones que quieren conocer su opinión. La mayoría de los guipuzcoanos, en cambio, no saben que él mismo hizo público en el año 2000 el estudio del Plan Integral de Gestión de Residuos Urbanos de Gipuzkoa PIGRUG, que desmonta de arriba abajo la planificación centrada en la incineración. Sin embargo, los ecologistas de más de 50 años ya lo conocen.
En su juventud estudió arquitectura y sociología, interesándose por la ordenación de las ciudades (urbana). Conoció bien los movimientos políticos de la última década del franquismo en el crisol madrileño. Entre las luchas de entonces, nos cuenta con orgullo –cuando lo hemos llevado a ver las gigantescas excavaciones que se están llevando a cabo para construir la planta de incineración en Zubieta– los trabajos realizados para que la nueva autopista que iba a pasar por Pancorbo, pueblo natal de su madre, no lo aplastara por la mitad. A principios de abril impartió sendas charlas en Zarautz y Usurbil sobre la “Incineración de residuos, control de incineradoras, o descontrol” a propuesta del movimiento Zero Zabor de Gipuzkoa.
Además de ser uno de los fundadores de El Ecologista y Alfalfa, Ezker Batua le editó -en euskera y castellano-, “Berriro diot: Berdea naiz”, y además Del Val ha publicado “Guía para un consumo más responsable” y “El libro del Reciclaje”, libros ambos que se han convertido en referencia, más una serie de artículos, principalmente sobre energía, consumo y residuos, fácilmente localizables por Internet. Al igual que la entrevista realizada por la televisión Canal 4 en Navarra y la conferencia impartida en Usurbil.
Es socio del Grupo de Estudios y Alternativas Gea21 de Madrid. Ejerce de asesor para diversas instituciones en Europa, África y América.
¿De dónde y cómo llegaste a pensar que en todas las cosas que mencionamos la clave está en la energía?
La vida me ha regalado tener el abuelo materno de Pancorbo [en el norte de Burgos, cerca de Miranda de Ebro], que hacía carros, galeras, y los entonces llamados «cangrejos», para sacar árboles de los bosques. Los maravillosos bosques primarios que aún tiene Pancorbo, compuestos de encinas, robles, etc. Cuando íbamos allí de vacaciones de niño, me encantaba acompañarles en el taller, ver cómo traían los árboles, cómo les llegaban flejes de hierro de Altos Hornos a la estación de tren, para hacer galeras y carros con esos hierros y esas maderas. Lo hacían todo con la fragua, el yunque, martillos,las sierras, etc. A mí me parecía increíble cómo hacían el sistema de frenado y fabricaban un artefacto muy bonito, pintaban de colores los radios de las ruedas con una pluma… usaban madera de olmo, lo que el tiempo no estropea, el fondo del carro era de chopo, allí aprendí que a los chopos no atacan los xilófagos. En aquella época no había pino en Pancorbo.
La fragua era la clave en aquel proceso, el punto de incandescencia del hierro, la rápida entrada en el agua para obtener el punto del acero. El acero se templaba en aquella época. Recuerdo cómo aserraban la madera con la sierra eléctrica, cómo mi tío me explicaba que ellos tuvieron el primer motor de explosión que llegó a la región de Pancorbo antes de la Guerra Civil. Antes de eso tenían un ganado dando vueltas en una rueda que movía la sierra. Luego llegó el primer motor de explosión, después el primer motor eléctrico, que todo el mundo venía a ver. La electricidad que movía nuestro aserradero procedía de una pequeña central de Ameyugo. Cuando la tejería vecina puso el otro motor eléctrico, aprendí que al encenderlo se debilitaba el motor de nuestro aserradero, que no aserraba.
De ahí mi pasión por la energía, sobre todo desde que conocí aquella pequeña central de Ameyugo. Todavía tengo guardada en casa la primera bombilla que llegó a Pancorbo en la década de 1920. La abuela decía que las amigas del barrio venían a coser a casa, porque con aquella luz trabajaban mucho más minuciosamente que con la de la lámpara (el quinque).
Ahí aprendí lo importante que es la electricidad. Más tarde, cuando fui a Londres por primera vez, en 1969, me explicaron que los túneles del metro allí eran tan grandes porque los primeros metros se movían con carbón, a vapor. En el Museo de la Ciencia de Inglaterra hay un tractor y un tranvía de vapor. Tuvieron que parar el metro porque no podían sacar humo hasta que los motores eléctricos se abrieron paso. El conocimiento de la trayectoria de la energía a lo largo de la revolución industrial, me llevó a preguntarme cuando llegaron las centrales nucleares: «¿pero esto qué es?». Y empecé a profundizar en la energía nuclear.
¿Y qué encontraste en el seno de la energía nuclear?
Desde que lo vi, estudié y analicé, diría que tomé de Margalef [Ramón Margalef i López, Barcelona 1919-2004, biólogo, referente mundial en ecología y oceanografía] las ideas principales sobre la aberración que es la energía nuclear.
Lo decía Margalef, que fue un exigente militante antinuclear: «Según la ciencia, la Tierra ha tardado cuatro mil millones de años en convertirse en un espacio habitado con seres unicelulares, multicelulares, microorganismos, invertebrados, vertebrados, planeta habitable, porque se han desarrollado sucesivamente bacterias etc., todo ha estado presidido por la creación de una atmósfera aeróbica, por la filtración de la energía solar que nos habría matado de otra manera, y, y controla el proceso. En los años 1977, 78, 79, 80 …, cuando luché contra los movimientos nucleares (la expansión nuclear), dije mil veces que estábamos jugando con fuego.
La tecnología que dicen que debe funcionar por fusión tampoco te ha convencido…
Nunca veremos una fusión que tenga que producir más energía de la consumida. Al principio decían que se refrigeraría con sodio. Yo recuerdo que en una de las prácticas que hacíamos de joven en la Facultad de Ciencias de Madrid, tiré una pizca de sodio como la cabeza de un alfiler en la pila con agua y produjo una llamarada al instante… ¿cómo se va a refrigerar una central nuclear con sodio? La otra famosa central que vino después, esa que al principio iba a venir a Barcelona, luego a Japón, que finalmente se ha ido a Francia [la central ITER], el reactor industrial de fusión… eso también se ha retrasado. Más lejos habian llegado los ingleses con su modelo, de pequeño tamaño, pero no pueden superar los terribles obstáculos que han encontrado. Porque es querer crear el sol a pequeña escala.
Siempre estamos intentándolo, porque sabemos que la energía que tenemos tiene límites, y mil veces hemos oído qué grande es lo que nos da el sol pero no conseguimos sacarle rendimiento. El rendimiento de las placas fotovoltaicas es ridículo. Aquí, en Pamplona, pusimos las primeras, no vistas hasta entonces, una en la caseta de la huerta de las Escuelas de Antsoain y otra en el autobús de campaña, cuando estábamos en el proyecto de recogida selectiva de residuos. Recuerdo una vez, cuando se inauguró la huerta y ya todos se habían ido, un concejal miraba debajo de la placa de Isofotón que habíamos puesto en la caseta; le pregunté «¿qué estás mirando?», y él: «¿dónde tiene puestas las pilas?». El concejal no se creía que aquella pequeña cosa transformara la energía del sol en electricidad. Sin embargo, no se ha conseguido aumentar mucho el rendimiento de estas placas. Quizá dentro de mucho tiempo logren superar el 80%, pero hoy por hoy no se ha conseguido y la pizca que llegamos a utilizar no nos llega para acumular, sólo puede funcionar a plena luz del día.
Por eso digo que la energía inagotable no es sino la continuación de los antiguos mitos del hombre, como está el mito de Icaro, el de volar, igual están los mitos de llegar a ser inmortales y tener una energía inagotable. Además, hay mucha prisa por hacer realidad este último mito, ya que hoy en día hasta los cepillos para limpiar los dientes son eléctricos. La energía es el sistema neurológico del sistema industrial desarrollado, en eso no ha habido diferencias entre los países que vivían en el socialismo realista, los marxistas, si así lo quieres, y el mundo capitalista. El «desarrollo de las fuerzas productivas» que mencionaba el marxismo, el capitalismo lo formula de otra manera, pero ni uno ni otro reconocen que ese desarrollo infinito es imposible porque los recursos naturales que consumen son escasos. En ambos sistemas estábamos haciendo lo mismo, con un caudal de energía cada vez mayor que ambos necesitaban. Ambos desarrollaron el consumo, ambos impulsaron las centrales nucleares … porque necesitaban plutonio entre otros para producir armas atómicas.
De todo ello sacábamos tres conclusiones. Por un lado, que en las fuentes de energía tenía prioridad la nuclear, porque era la más compleja, la que menos manos pueden utilizar. Sólo había tres tecnologías para construir nucleares, la de EEUU, la de los soviéticos y la de los franceses. La energía nuclear era el primer paso para adquirir la bomba atómica, concentrar los capitales, concentrar el poder. Me da igual que en la Unión Soviética se llame socialista o capitalismo de Estado, o como en el otro lado se llame capitalista.
Todo lo que podía ser la descentralización, que la gente pudiera controlar, evitar el riesgo, las fuentes renovables … eso ya me parecía que no era una cuestión técnica, sino que tenía que ser el soporte de un nuevo modelo humano, de una participación sociall, y que la gente tuviera el control de sus herramientas de producción. Esto debería haber supuesto limitar la producción a escalas más pequeñas, reducir el consumo, la sostenibilidad [en castellano durabilidad], la reparabilidad, etc.
El otro día nos contaste tu experiencia con las energías renovables en Navarra, en esa misma línea…
Para la Diputación de Navarra, entonces se llamaba así, cuando elaboramos el plan general de energías renovables, yo me ocupé de la hidráulica, pero sobre todo de la mini-hidráulica, que era muy abundante en el norte, en el valle del Bidasoa, donde las pequeñas centrales daban luz a los pueblos y daban fuerza eléctrica a sus pequeñas serrerías y talleres, a quienes permitían una gran autonomía. Yo en la montaña navarra me acordaba del ambiente de mi infancia en Pancorbo, de la central de Ameyugo.
Entonces los ingenieros de Iberduero me decían que las centrales de menos de 50 Kw no tenían interés. En cambio, yo insistía en las pequeñas. Recuerdo cómo me acerqué hasta la central de Maribeltzenea, situada en Arizakun, cerca de Elizondo, me dijeron que allí había una central de un solo Kilowatt que daba fuerza a un pequeño aserradero y cinco caseríos. ¡Y era verdad! Llegué y vi que lo que parecía imposible existía. Pero cuando más tarde se creó EHN, Energía Hidroeléctrica de Navarra [que fue vendida a la empresa privada Acciona en 2003], todas estas centrales fueron adquiridas, automatizadas y a la vez centralizadas.
Nosotros teníamos otras intenciones. Aquí en Pamplona, en La Ciudadela, se reunió gente de todo el mundo durante una semana en 1978 para hablar de Alternativas, y yo estuve allí hablando de energía descentralizada, de que no debe haber pérdidas en el transporte, de que no tiene lógica llevar electricidad a Madrid a través de las gigantescas líneas desde Almaraz o de las centrales nucleares de Zorita, de pérdidas en el camino, de problemas electromagnéticos bajo los tendidos…
Pamplona contaba con una planta de compostaje, ABORGAN, empresa fundada por Félix Huarte que se cerró en 1978. Hoy se encuentra en Colombia una empresa dedicada a la venta de fertilizantes, que fabricaba compost con restos de comida casera. Esto se hacía en muchos sitios, en la zona de Valencia, de donde salía el fertilizante que tal vez no cumpliera con los estándares de hoy, pero que interesaba a los agricultores. Pero a partir de la década de 1970 la basura empezó a complicarse: aparecieron plásticos y sobre todo el vidrio, ya que se empezó a perder la costumbre de reutilizarlo después de haberlo usado. Dado que el
El tema de la energía ha sido uno de los temas que no se ha interrumpido en tu vida.
Como te decía antes, he andado por asuntos aprendidos en mi infancia. La vida del ser humano consiste en imitación, memoria y reflexión. Después de la politización que viví en la Universidad, vi que la vida debe construirse sobre esas bases, y en eso lo de la energía era fundamental.